15 octubre 2011

La violencia se extiende hasta los limpiavidrios



Santo Domingo.- Una esponja empapada cae en el cristal delantero de una yipeta, mientras su conductor espera pacientemente a que el semáforo cambie de color. Le hace señas con el índice al jovencito que despreocupado restriega el pedazo de colcha espuma en el cristal esperando que el ciudadano le dé unas moneditas por el “servicio”. El semáforo cambia, la yipeta se marcha y el muchacho queda con la mano extendida vociferando palabras obscenas e incluso amenazándolo con romperle los cristales si vuelve a pasar por el lugar.

Escenas como ésta se repiten a diario en los semáforos de las avenidas céntricas de la ciudad capital, donde los limpia cristales comparten las intersecciones junto a la variopinta legión de vendedores ambulantes que ofertan desde tarjetas de llamada hasta “musú” (estropajos para el baño).

Con nada más que una lata de agua que ubican en las isletas de las avenidas, adolescentes y no tan jóvenes esperan a que el color rojo se registre en los semáforos para ir de un lado a otro con una esponja en mano y su respectiva botellita con agua, casi obligando a sus “víctimas”, en su mayoría mujeres, a que acepten que limpien los cristales de los vehículos, pese a que proclaman hasta la saciedad que no necesitan el “servicio”.

Sólo en la intersección de la avenida 27 de Febrero con Máximo Gómez hay como siete limpiacristales “trabajando” desde tempranas horas del día hasta entrado el anochecer. Allí es donde más se registran los casos de violencia verbal.

En tanto en la avenida John F. Kennedy con Máximo Gómez  frecuenta un jovencito que aparte de los instrumentos de trabajo se vale de una piedra en una de sus manos, con la abierta intención de amedrentar a los choferes que se resisten a aceptar su servicio o a los que, después de permitirle la limpieza del cristal, no le retribuyen con una moneda.

Son muchos los conductores que se quejan de la violencia de estos trabajadores informales que creen obligatorio que se les dé dinero por un servicio que nadie les solicita.