17 abril 2013

Daniel Henríquez, nombre que recibe calle de Villa Consuelo

El Restaurador

Daniel Trinidad Henríquez y Carvajal nació en la ciudad de Santo Domingo el 11 de junio de 1843, tercero de los hijos de Noel Henríquez, “nacido en Curazao y de origen lusohebreo”, y la dominicana Clotilde Carvajal.

A pesar de sus luchas por la soberanía dominicana, sus elevados estudios e ilustrísimos maestros, los servicios públicos, el destierro, las campañas nacionalistas con las que combatió al invasor, el apoyo ofrecido a gobiernos progresistas, el espíritu de justicia que animaba sus sentencias, el alto relieve que se le reconoció como legislador, Daniel Henríquez era un gran olvidado aún en vida cuando, prácticamente postergado, nonagenario, sus días concluían en la entonces Villa de San Carlos.

Si el desconocimiento le acompañaba estando en este mundo, tras su partida se sepultó su nombre. Hace 76 años se hizo honor a su memoria con la designación de una calle en Villa Consuelo y pocos saben que este ilustre hombre de armas y de letras es tan merecedor de gratitud y recuerdo como sus dignos hermanos Francisco, Federico, Manuel, Ildefonso y sus egregios tíos Pedro, Camila y Max Henríquez Ureña.

Ya cuando murió, en 1934, el autor de la necrológica que se publicó en la revista Clío comentó al final de la luctuosa nota: “…Esa fue la última página del servidor público (Juez alcalde de la Villa de San Carlos). La del ciudadano fue su nacionalismo. La del restaurador era de pocos conocida”.

El 7 de septiembre de 1907, Francisco Henríquez y Carvajal describía en carta a su sobrino Pedro la deplorable condición del viejo soldado: “La esposa de Daniel, mi hermano, murió de fiebre tífica el 27 de julio. Queda un cuadro triste de huérfanos y desvalidos, pues Daniel está muy pobre, arruinado, muy decaído de ánimo y muy quebrantado en su salud”.

Inexplicablemente, fue imposible localizar en revistas, libros, archivos, una foto de Daniel, cuando abundan tantas de sus hermanos, sobre todo de Francisco y Federico, algunas en edades tempranas como una que es parte de la fototeca del Archivo General de la Nación en la que figuran algunos de ellos en la adolescencia.

Al restaurador se refieren Pedro M. Archambault, Manuel Rodríguez Objío, Luperón. En el Epistolario de la familia Henríquez Ureña aparecen escasas menciones. Carlos Larrazábal Blanco lo llama “el general”.

Salomé Ureña lo cita en misiva escrita a Federico el 29 de agosto de 1892, desde Samaná: “Aquí he conocido a un hijo de Daniel que lleva tu nombre. Vino preguntando por mí para saludarme, y esta mañana nos llevó en su bote a uno de los cayos de la bahía, donde tomamos un baño agradable”.

El Restaurador. “Los primeros patriotas que se fueron para la Revolución en la capital fueron José Santiago de Castro, Daniel Henríquez Carvajal, Luis Caminero, Joaquín María Pérez, José Joaquín Delmonte, Juan F. Arredondo”, consigna Archambault.

Agrega que Manuel Henríquez y Carvajal se vio denunciado “en su último viaje a Baní y obligado a tomar las armas como su hermano Daniel. Se encontraron en varios combates”. Daniel figura en la “Nómina del contingente salido de la Capital para la Revolución Restauradora”.

Rodríguez Objío cita a Daniel Henríquez en su obra “Luperón y la Restauración” y reproduce una carta a Luperón firmada por éste y otros soldados desde San Cristóbal.

En sus Notas Autobiográficas Luperón llama “entusiastas patriotas” a Manuel y a Daniel al relatar el regreso de ambos al país después de un destierro por cuestiones políticas.

“En el hogar, como sus hermanos, tuvo su escuela materna. S. Pujol, febrerista, fue su maestro de educación primaria. Con Carabaño, culto venezolano, cursó la ciencia económica y en el Seminario, con Meriño, estudió literatura y filosofía. Ese prelado y tribuno fue su maestro de civismo”, significa Clío.

Agrega que Henríquez y Carvajal acababa de cumplir 20 años cuando se fue “al campo insurrecto” junto a otros revolucionarios. “Era el primer grupo de jóvenes capitaleños que se incorporaba a la revolución restauradora. Durante la campaña estuvo a las órdenes de los generales Eusebio Manzueta, Manuel María Castillo y J. Campusano. Fue edecán del Presidente José Antonio Salcedo”. Vino a la Capital, añade, “como parlamentario, a principios de 1865. Tratábase del canje de prisioneros. Era comandante y ascendió a coronel bajo la presidencia del héroe de La Canela. El grado de general lo obtuvo, como sus hermanos Manuel e Ildefonso, durante la revolución anexionista. Como generales divisionarios sostuvieron los tres, con las armas, el Gobierno de Espaillat. Con cárcel, grillos y ostracismo –aunque en lapso menor que el mayor de sus hermanos- purgó el delito de su fidelidad a dos gobiernos constitucionales”.

Fue diputado y constituyente. “Ocupó la curul en tres periodos legislativos. En uno de ellos, en 1879, se distinguió uno de los congresos de mayor relieve que ha tenido la República. Fue, en edad septuagenaria, Juez Alcalde de la Villa de San Carlos y sus decisiones abonaron su criterio jurídico”.

Su prole fue numerosa. El primer hijo, Luis Medardo, fue fruto de su unión con Clotilde de Mesa.

Luego casó con María Dolores Ortega, madre de sus hijos Elena Adelina, Daniel, Clotilde y María Dolores. De su tercera esposa Nicolasa Velásquez. Nacieron Merced Marina, Altagracia, Eva María, Daniel Federico, Gustavo Julio y Salvador. El general Daniel Henríquez y Carvajal murió el 21 de febrero de 1934.

La calle

“La calle de este a oeste de Villa Consuelo, paralela a la Máximo Grullón, se llamará “Daniel Henríquez” en honor de aquel restaurador”, reza la resolución dada en la Casa Consistorial de la Ciudad de Santo Domingo el 13 de noviembre de 1934.



POR ÁNGELA PEÑA
a.pena@hoy.com.do