Una institución como la Policía no se reforma sólo con buenas y teóricas intenciones. Ni siquiera con enlistarle el catálogo de sus cambios posibles. La reforma, para que sea exitosa, sólo requiere de un primer impulso básico: la voluntad real de hacerla, no su simple y demagógico anuncio de qué se va a hacer.
Los primeros pasos para un cambio de mentalidad y de conducta de sus agentes es lo prioritario si se quiere desmantelar el viejo patrón que, por muchas décadas, ha marcado la pauta de la actuación de los policías en la sociedad.
Es por eso que el plan de “reingeniería policial” que ha enunciado el jefe de esa institución, mayor general Nelson Peguero Paredes, ante la conferencia del Rotary Internacional, que entre otras medidas extiende a un año el proceso de entrenamiento de nuevos miembros, es un paso decisivo en la ruptura de los moldes viejos.
Mediante un entrenamiento más profundo y mejor estructurado en las materias de formación se supera el “enganche” puro y simple que ha sido la causa de que en la Policía haya tantos miembros uniformados al vapor, sin clara conciencia de sus funciones en la sociedad.
Por eso abundan las conductas abusivas, delictivas y hasta criminales que han sido factor de peso para desacreditar a la institución en sentido general, aun cuando sabemos que en ella hay especialistas y oficiales preparados para hacer frente a las nuevas modalidades del crimen y para ajustarse al sentido comunitario y de servicio que debe caracterizarla.
Para lograr el éxito de la reforma es necesario que ella constituya un compromiso ineludible de todos aquellos que están llamados a dirigirla en el tiempo. No que sea la prioridad de una jefatura, que por lo general es efímera, sino la línea estratégica de trabajo obligatoria e ineludible.
Esa línea estratégica ya ha sido trazada por el mayor general Peguero Paredes y la “reingeniería” luce ser el punto de arrancada.
¡Enhorabuena!
Editorial Listin Diario