Uno de los grandes cuestionamientos sociales hacia los padres, es la forma en la que disciplinan a sus hijos. Comunes son los comentarios como “si le das todo, después no valorarán nada”, “no seas muy blando con tus hijos porque se aprovechan” o “para que entiendan es bueno darles un ‘palmetazo’ de vez en cuando”, pero ¿existe una única manera para criar?
La respuesta claramente es no, pero cada vez se está más consciente que el daño físico no es realmente la solución si se quiere disciplinar a los hijos, aunque algunos aún defiendan ese método. En cambio, expertos pretenden guiar a los padres hacia un trato diferenciado dependiendo la edad, y así tener resultados efectivos, tanto inmediatos como futuros.
La psicóloga educacional educacional, Giulietta Vaccarezza, explica que, por ejemplo, un “tirón de orejas ocasional” o un “pequeño golpe en el trasero”, si bien puede tener un efecto regulatorio inmediato y modificar un comportamiento, podría ser motivo de un distanciamiento con sus padres, o un sentimiento de ira hacia ellos. Por otro lado, que el menor detenga su mal comportamiento no necesariamente significa que haya aprendido la lección.
Vaccarezza explicó además, que si los padres quieren modificar realmente la conducta de sus hijos, el método efectivo es el de “castigo y refuerzo”. Este consiste en controlar las situaciones y objetos que son valorados por las personas, como los refuerzos y castigos.
Por ejemplo, si el menor no realiza una conducta o expresa comportamiento inapropiado se deben retirar los “refuerzos o privilegios”, como no permitirle que use el computador. O bien, deberá hacer algo que no quiere, como limpiar los desechos del perro o lavar los platos sucios.
La profesional aclara que al estar en etapa de desarrollo, lo que sirve con un adolescente no funciona con un niño de 5 años.
Sumando alternativas, pero en la misma línea, el psicólogo clínico español Alfonso Ladrón, indicó al diario ABC que “existen otras alternativas antes de llegar al castigo reforzando comportamientos mediante recompensas”, es decir, recomienda dar premios ante buenas acciones, para que la mayor motivación sean los incentivos.
El profesional aconseja además, que “aunque parezca contradictorio, gritar al niño y reñirle es un premio para el pequeño, puesto que con ello logra captar toda nuestra atención que es, en definitiva, su mayor objetivo”.