No hay como el orden para enseñar a ganar tiempo’, reza el refrán. Y es cierto, porque el orden nos ayuda a ahorrar energía y esfuerzo. Pero además, para producir sobre una base sólida, es preciso que exista armonía.
Por naturaleza, la mayoría de los niños son desordenados y eso es necesario; pero también es fundamental que en algún momento se organicen. Porque eso les brinda tranquilidad y seguridad. Les servirá, por ejemplo, para saber dónde están sus cosas, pero también cuando precisen estudiar e, incluso, es una buena herramienta para aplicar en una vida futura.
Sin embargo, a ser ordenado también se aprende y los padres somos los mejores maestros dar lección. Por eso, en esta nota te contamos algunos consejos que serán de gran utilidad:
- El diálogo: es la base de cualquier aprendizaje. Es importante hablar con los niños para que comprendan que son ellos los mayores beneficiados si sus cosas se encuentran en orden. Los padres estamos para ayudar pero no para quitarles responsabilidades. Por otra parte, también necesitamos de su cooperación, porque solos no podemos con todo.
- Una rutina: un punto importante para ordenarlos es marcarles cuáles son los pasos a seguir, que deben tratar de respetarlos todos los días. Estos tienen que incluir horarios para estudiar, ratos de juego, un tiempo para la higiene personal y momentos en que todo debe colocarse en su lugar. Por ejemplo, la ropa sucia en el canasto, los juguetes en el baúl y los útiles en la mochila. En cada hogar, los requerimientos serán diferentes.