Además de los que son atendidos en la calle Baltasar Álvarez, otros perros y gatos son alimentados en otras vías cercanas, aparte de los que son propiedad de ellas y viven en el interior de su residencia, que suman cuatro.
Sánchez Ovando asegura que también desparasitan a los animales y cuando es necesario llevan algunos al veterinario, todo, insiste, con sus propios recursos.
“Tenemos mucho tiempo en esto, aunque ahora es que tenemos más perros, antes nada más eran gatos”, precisa.
Agrega que en la noche se les reunían más de 28 gatos; pero mataron algunos y en la actualidad quedan 26 y nueve perros fijos. Cuando notan la ausencia de alguno salen a buscarlo para que no se quede sin su alimento.
Mientras, Sabina Jiménez, de 50 años, explica que también dejan alimentos a palomas y otras aves que llegan a la galería de su vivienda. “Yo tengo toda la vida en esto, rescatando. Nosotros recogemos cartones, botellas, yo lavo carros y trabajo en el Colegio San Lucas para darles de comer a esos animales”, puntualiza.
Los animales, sin nadie avisarles, llegan a la acera en horas de la mañana y cerca de las 11:00 de la noche a comer los alimentos, que con amor preparan Sabina y María Trinidad, quienes son primas hermanas.
Muchos de los perros y gatos tienen nombres como Peluche, y en el momento de la entrevista Sabina señala un canino que va corriendo por la calle y expresa: “Mira a Félix Sánchez, dónde va”, porque es un perro que solo se detiene cuando lo llaman a comer, pues siempre se desplaza a una gran velocidad.
“Una vez la gente de Protección de Animales nos trajeron un saco de purina y a esa la lloramos dos noches y con esa purina fue que se paró”, dijo al señalar a una de las perras.
Para rememorar los años dedicados a esta altruista labor, Sabina recuerda que el pasado mes de enero murió una gata a la que llamaban “Chupi Chupi”, y con la cual convivieron 21 años.
