Cada día cientos de personas pululan en esta vía “cazando” mercancías baratas en las importadoras
El Caribe.- Hace diez años que Ricardo Laureano puso su tienda de zapatos en la calle que lleva el nombre del “Apóstol de la de la independencia cubana”, José Martí. Hoy explica que en aquel entonces era el único rey de las ventas. Pero su reinado terminó desde que empezaron a instalarse vertiginosamente puestos las ventas de ropas y zapatos nuevos y usados.
La proliferación de importadoras instaladas en los últimos cinco años en la calle José Martí de esta capital, incita a los vendedores a librar cada día una batalla comercial. La José Martí es a las importadoras lo que la 30 de Marzo es a la electrónica, la Barahona a los equipos eléctricos, la 20 a los repuestos y la Moca y María Montez a neumáticos.
Desde tempranas horas de la mañana cada contrincante se prepara para ser el vendedor que obtenga la mayor ganancia. Para ello, aplicarán las estrategias más ocurrentes posibles, desde un micrófono para atraer con expresiones populares a los compradores hasta las faldas cortas con las que visten a los voluptuosos maniquíes, ubicados en las aceras, de espaldas a la calle José Martí.
En el terreno de la batalla comercial “todo se vale”, aseguran los vendedores. Y para ser campeones de la venta del día “todo será poco”. Desde poner un camión de cargas lleno de pantalones a orillas de la calle, hasta colocar largos toldos y carpas para proteger del sol las mercancías que venden en las aceras. Muchos creen que es la mejor forma de estimular a los transeúntes a entrar a las tiendas.
Las reventas dinamizan mercado
“Vendemos ropas baratas”, vociferaba un “moreno” la tarde del viernes, mientras sacaba grandes cajas de cartón llenas de ropas, las cuales venderá a cuarenta pesos cada pieza. Diariamente cientos de personas acuden en busca de conseguir buenas ofertas. Es el caso de María Pérez quién es atraída por letreros de “liquidación” y “dos por uno”.
Algunos comparadores aseguran que prefieren los artículos que allí ofrecen, porque los precios se ajustan a sus bolsilos. Estos establecimientos son frecuentemente visitados por los intermediarios que suelen suplirse de las mercancías que ofrecen estas importadoras para luego revenderlas. Jesús Benítez, asiduo comprador, se traslada cada semana desde San Pedro de Macorís hacia esta zona del Distrito Nacional a comprar para luego vendérle a sus clientes.
Con nueve años en el negocio de la reventas, manifiesta que prefiere suplirse de estas importadoras por las ofertas que exhiben en las prendas de vestir, los calzados, carteras entre otros artículos. “En Meco Comercial me acomodan, por eso vengo desde lejos”, expresó.
Procedencias diversas
Yonoeris Alejandro tiene cuatro años trabajando en la Importadora Eliezer, negocio propiedad de su familia. Asegura no preocuparle que en la zona haya tantos comerciantes que ofrezcan las mismas mercancías. Explicó que el tiempo en ese trabajo hace que cada vendedor logre tener clientes fijos.
Precisó que su familia viaja a Estados Unidos y Panamá para importar las mercancías que posteriormente comercializaran en el país.
El espacio de separación entre una y otra importadora es casi invisible. Estos comerciantes se las ingenian para colgar en pelchas sus mercancías en las barras que sustentan algunos toldos. Los vendedores ambulantes también se imponen con sus remendadas mesas de maderas techadas con cartón donde colocan coloridas y atrevidas ropas interior. El viernes, desde el cristal de una importadora se visualizaba como un grupo de damas entresacaban de una gran canasta pantalones que se ajusten a sus medidas.
Mientras que en la acera de otra importadora, una montaña de fundas plásticas, con las que empacan las mercancías, ocupaba parte de la calle, donde largas filas de vehículos estacionados obstruyen el tránsito. Cae la noche, luego de una intensa jornada, los comerciantes recogen sus maniquíes y limpian las mesas, no puede quedar ni siquiera un pincho, el lugar es inseguro, pero es hora de contar el dinero, algunos se arman con lo que puedan. Ellos coinciden que al final, la verdadera lucha la libran contra la delincuencia.