SANTO DOMINGO.- Desde que murió el ex presidente Joaquín Balaguer, el 14 de julio de 2002, doña Zoila Martínez de Medina, la recién electa Defensora del Pueblo, no ha vuelto al proselitismo político y, ha declarado que no vende utopías.
"Cuando Balaguer murió fue la última vez que en el cementerio, a la una y media de la madrugada, me despedí de la política, pero de la política de partidos, porque de la política, que lo abarca todo, de reclamar reivindicación social para los más desvalidos, para los desventurados, eso es política también, pero eso también es mi espíritu cristiano, es mi vocación de servicio que yo traje al nacer", manifestó la ex fiscal del Distrito Nacional.
Su agradecimiento al fenecido líder reformista lo ha manifestado tantas veces ha sido necesario…Le guarda mucho respeto al ex presidente de la República, porque, como bien explica, ella venia de un barrio marginado de la calle Arzobispo Valera, del sector Villa Consuelo, y él la escogió para desempeñar diferente puesto en su gobierno, incluyendo el de Fiscal del Distrito Nacional.
Su elección para ocupar el cargo de Defensor del Pueblo, ha generado críticas por quienes consideran que no fue evaluada para el puesto, pero también, su designación ha merecido los elogios de medios de comunicación, periodistas y personalidades de diferentes estratos sociales.
Para los que esperan respuestas a las críticas, doña Zoila, que se considera una defensora natural, porque siempre le han afectado las desigualdades sociales, advierte que no va a buscar enfrentamientos, porque el país necesita diálogo y armonía entre los diversos sectores.
"Eso me confirma que estamos en democracia, hay pluralidad de ideas, de simpatías y sentimientos, en la primer terna, que no tengo por qué ya recordar, yo quedé en primer lugar, así de simple", expresa.
Desde que fue escogida para defender al pueblo, la ex fiscal comenzó a trabajar sobre el reglamento interno que someterá al Congreso Nacional.
Mientras, llamó a la Policía Nacional y a los cuerpos del orden, a levantar su nombre y, evitar muerte de ciudadanos en los tan cuestionados intercambios de disparos. Prefiere que quienes violen las leyes sean "agarrados vivos" y sometidos a la justicia.
Sostuvo que algunas personas ya están evaluando dónde ubicar las oficinas de la Defensoría del Pueblo, que cuente con parqueos y sea de fácil acceso.
Martínez de Medina dice que nunca se ha dejado amedrentar y que cuando se desempeñó como fiscal del Distrito, nunca recibió presión; que sus convicciones no las negocia, al tiempo que se definió como libre de espíritu y con conciencia ciudadana.
“El pueblo tiene que empezar a defenderse quejándose, hablando, diciendo lo que le están haciendo; que pierdan el miedo, que rompan el silencio, que hablen, porque no yo no tengo una vara mágica; yo no hago milagros”, manifestó mientras mostraba el libro “Un Grito de Indignación”, de su autoría.
"Cuando Balaguer murió fue la última vez que en el cementerio, a la una y media de la madrugada, me despedí de la política, pero de la política de partidos, porque de la política, que lo abarca todo, de reclamar reivindicación social para los más desvalidos, para los desventurados, eso es política también, pero eso también es mi espíritu cristiano, es mi vocación de servicio que yo traje al nacer", manifestó la ex fiscal del Distrito Nacional.
Su agradecimiento al fenecido líder reformista lo ha manifestado tantas veces ha sido necesario…Le guarda mucho respeto al ex presidente de la República, porque, como bien explica, ella venia de un barrio marginado de la calle Arzobispo Valera, del sector Villa Consuelo, y él la escogió para desempeñar diferente puesto en su gobierno, incluyendo el de Fiscal del Distrito Nacional.
Su elección para ocupar el cargo de Defensor del Pueblo, ha generado críticas por quienes consideran que no fue evaluada para el puesto, pero también, su designación ha merecido los elogios de medios de comunicación, periodistas y personalidades de diferentes estratos sociales.
Para los que esperan respuestas a las críticas, doña Zoila, que se considera una defensora natural, porque siempre le han afectado las desigualdades sociales, advierte que no va a buscar enfrentamientos, porque el país necesita diálogo y armonía entre los diversos sectores.
"Eso me confirma que estamos en democracia, hay pluralidad de ideas, de simpatías y sentimientos, en la primer terna, que no tengo por qué ya recordar, yo quedé en primer lugar, así de simple", expresa.
Desde que fue escogida para defender al pueblo, la ex fiscal comenzó a trabajar sobre el reglamento interno que someterá al Congreso Nacional.
Mientras, llamó a la Policía Nacional y a los cuerpos del orden, a levantar su nombre y, evitar muerte de ciudadanos en los tan cuestionados intercambios de disparos. Prefiere que quienes violen las leyes sean "agarrados vivos" y sometidos a la justicia.
Zoila Martínez de Medina ha sido enfática en aclarar que su función no es de sancionar, sino que "puede movilizar si alguien infringe la ley, lo que fuese y se comprueba, dentro de la administración pública, muevo el Ministerio Público".
Sostuvo que algunas personas ya están evaluando dónde ubicar las oficinas de la Defensoría del Pueblo, que cuente con parqueos y sea de fácil acceso.
"Un gran segmento de la población no cree en los intercambios de disparos. Yo les pido desde ya a los que manejan el orden público, que levanten su nombre; que luchemos, porque los que transgreden la ley, los que violentan la ley sean sometidos, sean agarrados vivos y sometidos a la acción de la justicia para que paguen por el crimen que han cometido", puntualizó.
Martínez de Medina dice que nunca se ha dejado amedrentar y que cuando se desempeñó como fiscal del Distrito, nunca recibió presión; que sus convicciones no las negocia, al tiempo que se definió como libre de espíritu y con conciencia ciudadana.
“El pueblo tiene que empezar a defenderse quejándose, hablando, diciendo lo que le están haciendo; que pierdan el miedo, que rompan el silencio, que hablen, porque no yo no tengo una vara mágica; yo no hago milagros”, manifestó mientras mostraba el libro “Un Grito de Indignación”, de su autoría.
Fuente: Proceso