Con el sudor de su frente
Soy abogado, pero ansiaba un negocio
Soy abogado, pero ansiaba un negocio
A pesar de que no es ebanista, Bienvenido del Orbe tuvo confianza en que el negocio de la madera sería exitoso.
Santo Domingo.- Mientras Bienvenido del Orbe estudiaba Derecho en la universidad, el anhelo de emprender un negocio propio siempre lo acompañó y a pesar de que cumplió su meta de hacerse abogado, los buenos resultados de su primer proyecto empresarial lo impulsaron a enfocar sus energías a hacer crecer ese sueño que se convertía en realidad.
Cuenta que su mayor motivación fue la prosperidad que observaba en un taller de ebanistería de su sector natal, Villa Consuelo, que lo incitaba constantemente a emprender un proyecto similar. Esa visión empresarial se materializó hace doce años, justo en frente de ese establecimiento que tanto admiraba, y hoy es la fuente de su sustento y el motivo de sus principales esfuerzos.
“Yo veía que los trabajadores de ese taller tomaban préstamos a una tasa de interés de hasta 20% semanal, por lo que yo deducía que si ellos eran capaces de pagar tales cuotas, entonces el dueño debía estar percibiendo mucho dinero”, expresó Del Orbe.
A pesar de que no es ebanista, el pequeño empresario tuvo la certeza de que el negocio sería fructífero y entusiasmó a su cuñado para que emprendieran juntos el proyecto de montar un taller, que inició con la fabricación de puertas de madera.
“Le comenté a mi cuñado la idea que tenía y empezamos a comprar las herramientas.
El dirigía el taller mientras yo trabajaba en mi oficina de abogado, pero con el tiempo nos separamos y fui obligado a coger las riendas del negocio, hasta el punto que prácticamente dejé el Derecho”, relata Del Orbe.
El valor de saber un oficio
Uno de sus empleados es José Alberto Rodríguez, quien se inició en el ofi cio de la ebanistería a los doce años, cuando empezó a trabajar en el taller de un tío suyo como ayudante, sin sospechar que los conoci- mientos adquiridos en ese lugar le brindarían el sostén durante más de una década.
“Yo recogía los restos de madera y limpiaba las herramientas, luego picaba madera, y así fui aprendiendo a trabajar hasta que ya puedo hacer desde muebles hasta juegos de habitación y cocinas”, manifiesta Rodríguez con la satisfacción que le brinda el sentir la seguridad de su sustento en el oficio que aprendió cuando apenas era un niño.
“Trabajé con mi tío durante alrededor de seis años, hasta que me emplee en una fábrica y tienda de muebles.
De ahí pasé a trabajar con mi compadre en este taller de ebanistería”, cuenta el artista.
Rentabilidad Del Orbe puso en funcionamiento su taller con una primera producción de puertas, pero en la medida en que fue creciendo incorporó diferentes tipos de muebles de madera y luego tapicería.
El empresario asegura que es un negocio rentable, que ofrece un margen de beneficio del alrededor del 30%, pero tiene costos de operación muy altos porque requiere de muchos empleados y una inversión inicial de aproximadamente RD$600,000 en herramientas y maquinarias.
Este emprendedor, que decidió lanzarse a un campo desconocido con la única garantía de su voluntad de trabajo, señala que no es una tarea fácil, pues los negocios tienen sus altas y bajas.
Cuenta que hace un año el taller operaba con 40 empleados e invertía alrededor de un millón de pesos todos los meses en materia prima.
Sin embargo, las ventas han bajado tanto, en aproximadamente un 70%, que tuvo que reducir la producción. Hoy el negocio funciona con solo 10 trabajadores y la adquisición de insumos ha disminuido a un monto entre 40,000 y 100,000 pesos por mes.
A pesar de las dificultades que enfrentan las pequeñas y medianas empresas, Del Orbe mantiene la certeza de que el emprendimiento es la vía más directa hacia el crecimiento y la independencia económica. Esa misma idea que lo impulsó a lanzarse a lo que muchos calificarían como un destino incierto y que para él siempre ha sido el paso más seguro, lo mantiene en pie de lucha pese a las situaciones difíciles.
Fuente: Listin Diario