Por Diego Sosa.- En tiempos en los que es fácil mostrarse en lugares y con personas, el viejo adagio ha ido cambiando la filosofía que le dio vida. La idea era que podíamos saber cómo era una persona dependiendo de la manada a que se pertenecía. Como es importante ser reconocidos, hoy nos unimos a un rebaño virtual para que crean que somos así.
Desde siempre hubo personas que se unieron a manadas para que creyeran que eran como ellos. Los varones lo conocemos muy bien, pertenecer al grupo de los más respetados (temidos en realidad) era un triunfo. El éxito entre las féminas se ponía más a la mano (eso pensábamos) y nadie se atrevía a retarnos… se las vería con toda nuestra trulla.
Las damas jóvenes también tenían sus grupos: Las estudiosas, las bonitas, las apetecidas, las temibles, etc.
No siempre ingresábamos a una manada por ser como el resto, la mayoría entraba por lograr lo que conseguían los que estaban dentro. Algunos sólo fuimos parte del grupo, otros dirigentes. Los líderes del rebaño sí eran verdaderamente identificados con los dogmas del mismo. Lo importante para la mayoría era conseguir reconocimiento dentro de una parte de la sociedad, la que consideramos que nos hace grandes… que hace que nos admiren.
La realidad es que no queríamos pertenecer a la manada por sus dogmas. No éramos con quién andábamos, queríamos que nos vieran así. O sea, queríamos aparentar ser con quién andábamos para conseguir lo que ellos tenían.
El dinero comienza a jugar un rol primordial cuando crecemos. Pertenecer a una manada exitosa es cuestión de tener la posibilidad de aparentar ser como sus integrantes. Si los exitosos van a un restaurante, ahí es que tengo que ir; si ellos viajan a un lugar, también esquío en ese sitio; si hay un hotel que los famosos frecuentan, no puedo dejar de ir; y los vehículos, vecindarios y lujos tienen que ser iguales.
Las redes virtuales han formado manadas virtuales. Ahora es fácil mostrar que estamos en los mismos lugares que otros, aunque no sea al mismo tiempo. Lo importante ahora no es estar con una manada físicamente, sino comportarse como ella… son las manadas virtuales. Para pertenecer a ellas sólo hay que colgar el mismo tipo de fotos: Lugares (hoteles, restaurantes, selfis en el baño, conciertos, etc.); comidas (siempre que sean caras dan estatus); posiciones (no aclararé, todos las conocen); y mucho más.
El dinero para alcanzar el estatus es lo más importante. Aparentar lo que los otros son nos lleva virtualmente a donde los otros están. Lo que muchos no han aprendido es que todos estamos conscientes de que eso es virtual, y no en el sentido cibernético, sino que todos sabemos que hoy el dinero que se muestra no es el que revierte de estatus. Cuando vemos muchas fotos demostrativas en las redes “sociales” sabemos que alguna deficiencia real existe. O el dinero está corto o la autoestima está baja. Los que en realidad tienen dinero de cuna y muestran su dinero es en competencia dentro de su clase social. Posiblemente sus padres no lo muestran y ellos sienten que los discriminarán (baja autoestima). Los que hicieron sus grandes fortunas con su arduo trabajo no desperdician su bien ganado dinero aparentándole a los demás… sin embargo, son reconocidos por todos como arduos trabajadores y exitosos profesionales.
FRASE DE LA SEMANA
“No me grites todo el tiempo quién eres que lo que pretendes ocultar es lo único que puedo ver.”
Diego A. Sosa
“No me grites todo el tiempo quién eres que lo que pretendes ocultar es lo único que puedo ver.”
Diego A. Sosa
Coach, Consultor, Conferencista y Escritor