Las “calles de vida” donde comerciantes se buscan el diario vivir
Todos viven, de una u otra manera, del mercado informal que opera en las calles del sector. Cada quien se dedica a lo suyo. Algunos jóvenes, que siguen a sus padres o quieren aprender el oficio de ebanistería o herrería, han echado dientes allí y se ganan la vida.
“Yo conchaba hace treinta años y lo dejé. Vendí el carrito que tenía y me compré una camioneta para hacer mudanzas y acarreos y de eso vivo, y me va bien. Estos muchachos son buenos y trabajadores”, apunta José Espinosa, un hombre al que todos respetan.
Las calles Doña Chucha, Hermanos Pinzón, Osvaldo Bazil y Federico Velásquez son “calles de vida”. El comercio durante la semana es intenso. Unos compran o venden enseres del hogar, especialmente inodoros, hierros, camas y colchones usados, con todo y chinchas.
En el área hay múltiples talleres donde dejan las camas y colchones nuevos. Muchos de estos negocios tienen “buscones” que ubican a los potenciales clientes a varios metros de distancia. Es como los tiburones cuando olfatean una gota de sangre en el mar.
Hay pocos sectores de la gran provincia de Santo Domingo donde el comercio sea tan pujante, tan original, como en Villa Consuelo.
En algunas paredes se puede leer las ofertas parar curar el cáncer, la hemorroides, la próstata, la saranana, la guachipa, la raquiña, la sinusitis, la diabetes, la impotencia sexual, el ácido úrico, los riñones, el mal de orín, los rámpanos, el asma, el pecho apretao, el mal de ojo, el mal de amor y la “cuenca” o “arranque” (falta de dinero).
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