Fueron sepultados recientemente en el cementerio Puerta de Cielo los restos de la señora Octavia Michel, madre del antitrujillista Tunti Cáceres. Murió a los 92 años.
En el panegírico, el sobrino de doña Octavia, Eduardo García Michel, destaca que la pérdida de su hijo Tunti, el 18 de noviembre de 1961, “ido a destiempo, muy joven, y así de improviso, en medio de acontecimientos ciclópeos, desestabilizó su ánimo, minó su resistencia y condicionó para siempre su existencia”.
Dice que Octavia fue la primera de los hijos del matrimonio que, mucho tiempo atrás, formaron Octavio Fenelón Michel Vásquez y Octavia Díaz Chicón.
Expresó que su tía, desde muy joven fue considerada como una de las mujeres más bellas de su ciudad natal, Moca. La naturaleza la dotó de un espíritu exquisito y sensible, abierto a las expresiones artísticas. Eso la condujo a amar la música, sentimiento que canalizó estudiando piano, carrera de la cual se graduó, aunque nunca la ejerció como profesión. Describió a Octavia una mujer noble, especial, delicada y humilde.
La madre del conocido luchador antitrujilista, nativo de Moca, falleció el pasado miércoles a las 9 de la noche tras padecer de neumonía.
Hasta hace apenas unos años deleitaba a sus hijos y familiares con sus destrezas con el piano.
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| Eduardo García Michel, sobrino de Octavia resalta los valores adornaron a la madre de Tunti Cáceres. |
Tunti Cáceres, cuyo nombre se le puso a una calle de Villa Consuelo en su honor, participó junto a Amado García Guerrero, Salvador Estrella Sadhalá, Huáscar Tejeda, Roberto Pastoriza, Pedro Livio Cedeño, Modesto Díaz y Luis Amiama Tió, en el ajusticiamiento del tirano.
Fue apresado, encarcelado y torturado. Fue asesinado en Nigua.
Familiares agradecen
A doña Octavia le sobreviven sus hijos Octavio (Tavo) y su esposa Consuelo; su hija Narcisa y su esposo Jochy; y su hija Lourdes. También sus hermanas Ana Estela, Rosa y Doris, así como sus nietos, sobrinos, y primos y otros familiares.
Tras el paso del huracán Sandy del cual sólo recibimos unos reflejos en varios días de intensas lluvías, que convirtieron a toda República Dominicana en lagunas y rios por doquier pero que gracias a Dios padre y su inmensa bondad no paso por nuestro país, hoy sólo queda mucha basura, arboles caídos, lodo, tierra y todo aquello que sigue tapando los desagües pluviales de nuestra querida capital.
