22 enero 2016

La misericordia nos hace mejores



La Iglesia Católica divulgó ayer su mensaje al pueblo dominicano con motivo del Día de la Altagracia. Esta vez la Carta Pastoral se enfoca en la misericordia. Este año el Papa Francisco alienta un Jubileo Extraordinario por la Misericordia. Y es por ello que los obispos están invitando “a todos a dar una mirada a la realidad que nos circunda bajo la óptica de la misericordia de Dios y responder a los males que la desfiguran con la aplicación de la medicina del amor compasivo y misericordioso del Padre”.

¿Qué es ser misericordioso? Es practicar la sencillez y la humildad que desata un impulso sincero de amor que permite identificarse con los demás, en tiempos en que hay tantas gentes que padecen, sea por las injusticias, por la forma en que unos pocos se apropian de los bienes ajenos, públicos o privados, se enriquecen y se elevan por encima de los demás, sin tener siquiera sonrojo frente a tantas miserias y dolores de los desposeídos.

La Iglesia lo dice bien claro: “La misericordia no equivale a la aprobación del mal. Como nos recordara San Juan Pablo II: “El significado verdadero y propio de la misericordia en el mundo no consiste únicamente en la mirada, aunque sea la más penetrante y compasiva, dirigida al mal moral, físico o material: la misericordia se manifiesta en su aspecto verdadero y propio, cuando revalida, promueve y extrae el bien de todas las formas de mal existentes en el mundo y en el hombre. Debemos combatir el mal a fuerza de bien... pues una cosa es juzgar al pecador y otra rechazar su pecado”.

El sentido misericordioso no impide a los cristianos darse cuenta de que se vive en una “época fuertemente condicionada por las políticas del mercado. Ver “cómo la corrupción priva a la población de recursos económicos que deberían ser destinados para satisfacer sus necesidades básicas”. 

Y deploran que la impunidad y la complicidad hayan sido los mejores aliados de los corruptos en todo el mundo.