Periódico El Dia.- Hablar del ser o el deber ser suena muy filosófico. Aunque realmente es a la filosofía social a donde debemos acudir para poder entender algunos compartimientos sociales que se están suscitando en estos días.
Hace ya varios años que advertíamos la peligrosa situación por la que atraviesa la Justicia dominicana, y señalábamos que sectores no identificados como tales estaban complotando contra el sistema de justicia.
Usted como lector se preguntaría: ¿cuáles son esos peligros? Y obligatoriamente la respuesta debe ir acompañada de estos planteamientos a su vez:
¿ Tenemos en esta sociedad el juez idóneo para juzgar a un político ? ¿Se desconfía de las personas o de las instituciones creadas por ellas ?
Considero, -luego de días enteros reflexionado sobre el tema- que la degradación de la falta de credibilidad está llegando a su culmen, y que la cultura de la corrupción está tan arraigada “en las mayorías”, que cuando algunos gozan de los blindajes que ofrece el Poder no se oponen a ningún retorcimiento de lo que NO debería ser, pero cuando les toca estar en la acera del frente se espantan, porque saben cómo es que se usa el poder corruptor. De los políticos…, se aprovechan muchos.
Interrumpo, y de inmediato, pregunto nuevamente, ¿habrá alguien en la judicatura, o en el gobierno del Estado dominicano que no tenga sus influencias políticas y aspire a una plaza de importancia? La respuesta la sabe usted amable lector.
Las instituciones en las que se fundamenta un Estado se agrietan, y en su momento tal deterioro nos afectará a todos. La solución es, cumplir y hacer cumplir vehementemente las normas en la medida que sean justas y útiles para la comunidad.
* Por Carlos Eduardo Tavárez Guerrero
Hace ya varios años que advertíamos la peligrosa situación por la que atraviesa la Justicia dominicana, y señalábamos que sectores no identificados como tales estaban complotando contra el sistema de justicia.
Usted como lector se preguntaría: ¿cuáles son esos peligros? Y obligatoriamente la respuesta debe ir acompañada de estos planteamientos a su vez:
¿ Tenemos en esta sociedad el juez idóneo para juzgar a un político ? ¿Se desconfía de las personas o de las instituciones creadas por ellas ?
Considero, -luego de días enteros reflexionado sobre el tema- que la degradación de la falta de credibilidad está llegando a su culmen, y que la cultura de la corrupción está tan arraigada “en las mayorías”, que cuando algunos gozan de los blindajes que ofrece el Poder no se oponen a ningún retorcimiento de lo que NO debería ser, pero cuando les toca estar en la acera del frente se espantan, porque saben cómo es que se usa el poder corruptor. De los políticos…, se aprovechan muchos.
Interrumpo, y de inmediato, pregunto nuevamente, ¿habrá alguien en la judicatura, o en el gobierno del Estado dominicano que no tenga sus influencias políticas y aspire a una plaza de importancia? La respuesta la sabe usted amable lector.
Las instituciones en las que se fundamenta un Estado se agrietan, y en su momento tal deterioro nos afectará a todos. La solución es, cumplir y hacer cumplir vehementemente las normas en la medida que sean justas y útiles para la comunidad.
* Por Carlos Eduardo Tavárez Guerrero