Hoy, 25 de septiembre, se cumplen cincuenta (50) años del nefasto, vil y criminal Golpe de Estado contra el primer gobierno constitucional y democrático, después del derrocamiento de la dictadura de Trujillo, presidido por el profesor Juan Bosch, en 1963, electo con más del 60% de los votos en las elecciones generales del 20 de diciembre de 1962, con apenas siete meses en el poder, llevado a cabo por los sectores más reaccionarios de la época, encabezado por la oligarquía empresarial, los jefes militares, la Unión Cívica Nacional, la embajada de los Estados Unidos y, lamentablemente, con el apoyo de la jerarquía de nuestra Santa Madre Iglesia Católica.
Este acontecimiento, los dominicanos no podemos permitir que pase desapercibido, por aquello de que “los pueblos que no son capaces de recordar su pasado están condenados a repetirlo”. Este hecho le generó a nuestro país un retroceso de más de cincuenta años, en lo institucional, en lo económico, en lo político y en lo social.
A raíz del triunfo de la Revolución Cubana, todos los presidentes o candidatos que plantearan ideas progresistas y democráticas eran tildados de comunistas, sobre todo, Juan Bosch, que había enarbolado un discurso persuasivo, innovador, con un lenguaje sencillo.
Juan Bosch tuvo que soportar permanentemente un fuego cruzado de estos poderes fácticos, los cuales conspiraron contra él, contra su gobierno y contra la democracia, durante la campaña, la transición y durante los siete meses que precariamente pudo permanecer en el poder. La Iglesia Católica puso a circular una Carta Pastoral en la cual hacía un llamado a los feligreses a no votar por comunistas y enemigos de la iglesia, en clara alusión a Juan Bosch.
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Este acontecimiento, los dominicanos no podemos permitir que pase desapercibido, por aquello de que “los pueblos que no son capaces de recordar su pasado están condenados a repetirlo”. Este hecho le generó a nuestro país un retroceso de más de cincuenta años, en lo institucional, en lo económico, en lo político y en lo social.
A raíz del triunfo de la Revolución Cubana, todos los presidentes o candidatos que plantearan ideas progresistas y democráticas eran tildados de comunistas, sobre todo, Juan Bosch, que había enarbolado un discurso persuasivo, innovador, con un lenguaje sencillo.
Juan Bosch tuvo que soportar permanentemente un fuego cruzado de estos poderes fácticos, los cuales conspiraron contra él, contra su gobierno y contra la democracia, durante la campaña, la transición y durante los siete meses que precariamente pudo permanecer en el poder. La Iglesia Católica puso a circular una Carta Pastoral en la cual hacía un llamado a los feligreses a no votar por comunistas y enemigos de la iglesia, en clara alusión a Juan Bosch.
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