16 mayo 2013

De friturero a propietario de 6 negocios en Villa Consuelo

Los frutos del trabajo y la determinación

Emprendedor. José Moró evolucionó, de tener un puesto de fritura en una esquina de Villa Consuelo, a ser propietario de seis negocios de muebles y artículos para reparaciones en el hogar.

Santo Domingo.- Cuando se tiene la necesidad de luchar por la sobrevivencia y la determinación de escalar constantemente a una mejor posición, la superación es una meta de alcance garantizado.

José Moró, a quien sus clientes y seres queridos conocen como Moreno, es un ejemplo vivo de esa aseveración. Dice que cuando a los trece años llegó a Santo Domingo desde Loma de Cabrera, provincia Dajabón, aseguró que no daría marcha atrás y se propuso abrirse paso en esta gran urbe que lo ha visto crecer como ser humano y como empresario.

“Un tío mío que vivía en Santo Domingo me mandó a buscar, pero luego se enfermó y tuvo que volver al campo. Yo le dije que me dejara aquí porque ya tenía más de un año en la ciudad y no quería retroceder, así que fui con unos amigos a trabajar en el mercado nuevo y todos los lunes le mandaba dinero a mi madre, con el que mi familia se defendía”, rememoró.

Con lo que ganaba en el mercado, Moreno se inscribió en el colegio Calazans, en horario nocturno, donde pagaba RD$10 al mes. “A veces tenía que ir a pie desde el mercado y luego regresar desde el colegio, que está en la avenida Independencia, a Los Mina, donde vivía, porque no tenía con que pagar el pasaje. Al cabo de un tiempo abandoné los estudios y me dediqué a los negocios porque no tenía el soporte de nadie y tenía que trabajar más”, cuenta.

Lanzamiento
Su primer emprendimiento fue un puesto de fritura en la calle José Martí, donde se ganaba en promedio RD$15 pesos por día. Recuerda que con ese negocio logró hacer un ahorro de RD$1,000 pesos y aprovechó que se estaban realizando los desalojos en Villa Juana, para hacer el expreso V Centenario, y comenzó a comprar planchuelas de zinc e inodoros viejos para venderlos en una acera de la calle Hermanos Pinzón casi esquina Máximo Grullón. “A veces compraba inodoros en RD$200 y los vendía en RD$500 y así el negocio fue creciendo hasta que puede alquilar un espacio”, relata Moró.

Cuenta que sin esperarlo se le presentó la oportunidad de tener un local donde almacenar y vender la mercancía, pues próximo a su puesto de venta vivía un muchacho en una pensión, quien se enfermó y se tuvo que retirar a donde su familia en San Juan de la Maguana, por lo que le pidió a Moró RD$300 para dejarle la pensión, y ahí este estableció el negocio Moreno Comercial, en 1989, con una inversión de RD$900.

“Hablé con mi hermana, que era quien tenía la posibilidad de conseguir el peso y le plantee la oportunidad que se me había presentado. Dos días después ella vino de Loma de Cabrera y nos asociamos”, dice el comerciante.

Moró rememora que en ese entonces su capital de RD$1,000, con el que empezó, había crecido a unos RD$20,000, con lo que comenzó a comprar ventanas nuevas para venderlas en el negocio. Hoy, en asociación con su hermana y la colaboración de dos de sus hijos, maneja seis negocios en los que vende puertas, gabinetes, vitrinas, fregaderos, inodoros nuevos y usados, llavines y otros artículos. “Los manejamos como un solo negocio. Yo atiendo cuatro y mi hermana dos y dividimos las ganancias de todos, explica Moró al hablar de la administración de los comercios, que se encuentran a pocos metros uno del otro en el sector Villa Consuelo.

“Es igual que el cliente compre aquí o allá. Si vienen a buscar algo y no lo tengo, yo lo refiero a donde mi hermana”, dice.

Rentabilidad
Moreno asegura que en los cuatro negocios que maneja facturan alrededor de RD$600,000 al mes, pero dice que en el área en que está su hermana se factura aún más, porque se ofrecen productos que permiten obtener un mayor margen de beneficio. Dice que se venden alrededor de RD$40,000 diario, de los que se obtienen ganancias netas de aproximadamente RD$6,500.

El pequeño empresario tiene dos ayudantes, además de su hijo, quienes ganan un porciento de las ventas que logran, con lo que obtienen entre RD$600 y RD$1,000 pesos diarios. Destaca que en los meses de mayor movimiento de las ventas busca dos o tres ayudantes más. 

“Yo siempre le digo a mis hijos que si una persona limpia zapatos no puede conformarse con vivir toda la vida limpiando zapatos, sino tratar de establecer su propio negocio”, dice con el orgullo de saber que ha dejado atrás la miseria de sus primeros años de trabajo.

“Cuando tenía treinta y siete años dije: no puedo llegar a los cuarenta sin tener mi casa y la tengo, porque saqué un solar y comencé a construir con lo que rentaba el negocio”, dice con satisfacción.

Moreno asegura que el trabajo tesonero es la base del progreso, pero reconoce que su esposa, con quien ha estado casado durante treinta y un años, ha sido de gran ayuda para su estabilidad y superación personal, además de que le ha regalado la dicha de disfrutar de una familia de tres hijos, que hoy tienen treinta, veintiséis y veinte años, a quienes pudo levantar y educar con trabajo constante y la determinación de dirigirse siempre hacia adelante.

ESTADÍSTICAS DE LA INFORMALIDAD
En República Dominicana prevalece un alto índice de informalidad en la economía, que concentra más del 53% de los trabajadores del país. La informalidad ha aumentado al crecer de manera sostenida durante las dos últimas décadas en la mayoría de los países de América Latina, con las excepciones de Chile, Brasil y El Salvador. En 2005 se estimaba que un 57% del empleo urbano era informal y que un tercio de este correspondía a empleo formal asalariado y un 24% a empleo informal por cuenta propia.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que la informalidad se refleja en la presencia de alrededor de 692,000 trabajadores urbanos que laboran en establecimientos sin los permisos de operación correspondientes.


Ircania Vásquez
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