El pelaje negro de Bronksey lo delata enseguida en la alfombra marrón claro de la oficina del fiscal del distrito del condado de Richmond, en Nueva York.
Bronksey está tumbado en el piso, con la cabeza encima de su pata izquierda. Es su postura favorita, y no se mueve a no ser que se lo indiquen sus dos cuidadores.
Se trata del primer perro que se utiliza en el estado de Nueva York como asistente en los juzgados. Y hasta ahora parece estar haciendo un buen trabajo.
El can sabe ejecutar 52 órdenes diferentes. Los movimientos que más hace para consolar y tranquilizar a las víctimas son poner su cabeza en el regazo de la persona y sentarse a su lado. El fiscal del distrito, Daniel M. Donovan Jr., lo utiliza sobre todo cuando las víctimas son niños y han sido objeto de abusos sexuales.
Simpatía canina
En muchas ocasiones, Bronksey, que pesa 74 libras (unos 33 kilos), es más grande que las víctimas que acuden a la Fiscalía, pero casi todos niños lo abrazan e intentan agarrarlo como a un osito de peluche.
"En casos de asalto sexual, en las entrevistas con las víctimas vemos que el nerviosismo y la ansiedad desaparecen una vez que Bronksey se sienta junto a ellas", le explicó a BBC Mundo el fiscal Donovan.
Para un niño, describir ante extraños los detalles de un abuso traumático es una experiencia desgarradora, pero en el distrito de Richmond dicen que desde que trajeron a Bronskey ya no lo es tanto.
La habitación donde los detectives y abogados entrevistan a las víctimas más jóvenes se parece al aula de una escuela.
Las paredes están pintadas de azul cielo y hay una mesa redonda con cuatro sillitas de madera. Los micrófonos están camuflados en la pared. Al lado hay una sala de espera llena de libros infantiles, una televisión con dibujos animados, pinturas y cuadernos para colorear.